Los creyentes tenemos un cuerpo mortal y corruptible, y tendremos que morir y ser presa de la corrupción en el sepulcro.
ICIAR
La Resurrección e Inmortalidad del Creyente
La razón es que el postrer enemigo es la muerte, pero hasta en tanto esto tenga lugar y Cristo venga y nos lleve con Él, la muerte seguirá siendo parte de nuestra existencia.
La resurrección y la inmortalidad del creyente debe entenderse en relación con la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo y como un acontecimiento simultáneo con ella.
Todos los creyentes de todas las épocas que ya han muerto y los que vivan en la segunda venida, todos seremos transformados.
Desde ese momento unos y otros seremos hechos inmortales y nunca más estaremos sujetos a la muerte, sino que por toda la eternidad tendremos un cuerpo glorificado e inmortal de acuerdo con la poderosa obra redentora de Cristo el Señor (1Co. 15:22-23; Fil. 1:21-23; 1Ts. 4:13-17).

Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo, que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.
Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él.
Colosenses 1:15-22
Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Más si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor;
Filipenses 1:21-23
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