¿Estás sanando o sigues herido?

Es tentador ignorar nuestro enojo creyendo que los buenos cristianos no deben enojarse. Sin embargo, hay varios problemas con esa estrategia. Primero, Dios nos dio la emoción del enojo, en sí mismo no es un problema. Segundo, ignorarlo no hace que desaparezca. Esconder el enojo lo convierte en amargura, resentimiento o cinismo; esto no nos ayuda a llegar a ser como Cristo.

En el otro extremo, muchos cedemos al enojo explotando o gritando a otras personas debido a nuestro dolor personal.

Ninguna de esas respuestas es sabia.

El enojo puede ser una emoción muy útil si se maneja correctamente. Nos indica cuándo necesitamos rectificar errores, defendernos a nosotros y a los demás, o corregir un problema. También puede ser el catalizador para la sanidad y la restauración de las relaciones.

Efesios 4:26-27 NVI dice al respecto:

“ «Si se enojan, no pequen». No permitan que el enojo les dure hasta la puesta del sol ni den cabida al diablo.”

Esto nos anima a que el día de nuestro dolor también sea el día de nuestra sanidad. Significa que necesitaremos usar nuestro enojo para impulsar una acción, no para alimentar el rencor.

Entonces, ¿cómo podemos disipar nuestro enojo de manera restauradora?

Reconoce que estás enojado. Respira profundamente. Antes de decir algo de lo que te arrepentirías, haz una pausa y considera porqué estás enojado. ¿Alguien ha cruzado un límite que te gustaría proteger? ¿Alguien ha lastimado a una persona que quieres y te importa? ¿Hay una injustica que necesitas corregir? De ser así, no medites en ello, haz algo al respecto. Conversa con quien causa la situación y lucha por sanidad a pesar de tus sentimientos heridos.

Ora por tu enojo. Pídele al Espíritu Santo autocontrol, una mente sana, y una actitud tranquila y perdonadora. Pide a Dios que revele si hay alguna parte del enojo que debes admitir o si hay alguna acción que necesites tomar.

Busca la restauración y la reconciliación. Si te enojas con alguien, el mismo día de la ofensa debe ser el día del perdón. No esperes hasta mañana para extender la gracia que puedes dar hoy.

El enojo es inevitable, pero no debemos tener miedo ni estar avergonzados por ello. No podemos controlar lo que nos pasa, pero podemos controlar cómo respondemos.

Seamos gente que responde lentamente, pide perdón pronto, y perdona fácilmente para poder liderar con amor.

Ora: Dios, gracias por darnos la emoción del enojo. Cuando sienta que el enojo llega, dame la sabiduría para hacer una pausa y entregártelo. Ayúdame a ser lento para hablar y rápido para escuchar. Dame autocontrol y ayúdame a manejar mi enojo de manera que te honre. En el nombre de Jesus, amen.

*Por favor toma en cuenta: Si estás experimentando dolor profundo o trauma, o si estás en una situación en la que buscar la reconciliación sería peligroso, considera buscar un consejero cristiano.

Lectura: Efesios 4:26-27, Mateo 5:23-24, Santiago 1:19-21, Efesios 4:31-32.

Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, 27ni deis lugar al diablo.

Efesios 4:26-27

Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. 

Mateo 5:23-24

Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.

Santiago 1:19-21

Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

Efesios 4:31-32

Del plan devocional “Sin ofender” por Craig Groeschel de Life.Church – www.life.church

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *