Muchos de nosotros hemos estado cargando las ofensas como si fueran accesorios, sin darnos cuenta de que su peso nos jala hacia abajo. Entonces, ¿cómo podemos soltar nuestro enojo, nuestra ofensa, o nuestra frustración de una forma sana?
1.- Baja las expectativas que tienes de otros.
2.- Eleva tu gratitud hacia la gracia de Dios.
Esto puede sonar simple, pero no es sencillo. Exploremos estas 2 acciones un poco más.
Jesús nunca se sorprendió por el pecado. Sin embargo, a nosotros con frecuencia sí nos sorprende. Tendemos a señalar con nuestros dedos, a emitir juicios y a enojarnos; pero Jesús simplemente apareció, escuchó y ofreció Su verdad y Su gracia.
Mientras Jesús estaba cerca de Su muerte, Él sabía que Pedro lo iba a negar en 3 momentos diferentes. Pedro se negó a creerle, diciendo que nunca negaría a Jesús; pero Jesús sabiendo completamente bien que la traición estaba cerca, le da esta hermosa instrucción a Pedro:
“… pero yo he rogado en oración por ti, Simón, para que tu fe no falle, de modo que cuando te arrepientas y vuelvas a mí, fortalezcas a tus hermanos ” Lucas 22:32 NTV.
Jesús no estaba sorprendido por las acciones de Pedro, ni ofendido por el dolor que estas acciones le causarían. En vez de eso, Jesús lo llama a Su grandeza después de su arrepentimiento.
Podemos escoger dar a otros el mismo regalo. Cuando alguien nos lastima o nos hace daño, es fácil sentirse ofendido. Pero, ¿cuán mejor sería poder extender gracia en su lugar?
Podemos ver otro ejemplo acerca de la mujer que fue atrapada en adulterio en el capítulo 8 de Juan. Los líderes religiosos querían apedrearla, pero Jesús le ofreció misericordia. Él pide que aquel que esté libre de pecado tire la primera piedra, y lentamente, todos se alejaron menos Él.
A menudo, pensamos que sostener la ofensa nos da poder, nos gusta estar en la posición de tirar la piedra, lanzar el insulto, o tener esa posición en dónde nuestra opinión personal es verdad. Pero lo cierto es que, al igual que la mujer, todos estamos en la desesperada necesidad de gracia.
Es solo por gracia que hemos sido rescatados y salvados, y esto tiene sentido en que nosotros deberíamos extender la misma gracia para aquellos que nos han hecho daño.
Tenemos opciones: Podemos continuar aferrándonos a las ofensas que nos mantienen en amargura y mantener a otros como rehenes, o podemos escoger dejar abajo las ofensas, recordar la gracia y buscar libertad.

Oremos:
Dios, gracias por darnos Tu gracia inmerecida, ayúdanos a recordar y apreciarla, para que podamos darla libremente a otros. Decido hoy dejar abajo, desechar las ofensas que he venido cargando, perdonar y te pido sanidad en su lugar. En el nombre de Jesús. Amén.
Lectura:
Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos. Él le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no solo a la cárcel, sino también a la muerte. Y él le dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces.
Lucas 22:31-34
y Jesús se fue al monte de los Olivos. Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.
Juan 8:1-11
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Efesios 2:4-10
Del plan devocional “Sin ofender” por Craig Groeschel de Life.Church – www.life.church